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Aprender a pensar saludablemente.

Aprender a pensar saludablemente.

Por Celia Zaldívar Odio y Beatriz Ortet González / Decom
El control del pensamiento genera bienestar personal, en este sentido es tan significativo fomentar pensamientos saludables como eliminar los nocivos. Entre los pensamientos más perjudiciales están los distorsionados, pues aunque ignoran lo positivo, exageran lo negativo y absolutizan, son creídos por las personas como verdades irrefutables. Estas distorsiones crean malestar, provocan conflictos internos e interpersonales, se introducen de golpe en la mente y son difíciles de desviar. La mejor forma de combatirlos es aprender a identificarlos, valorarlos de modo racional, con la mayor cantidad de argumentos posibles, y por último, sustituirlos por otros más realistas, funcionales y positivos. Es un modo práctico de aprender a pensar saludablemente.
A continuación tres ejemplos de ideas para cuestionar algunos pensamientos distorsionados.
1. El pensamiento distorsionado tiende a:
Generalizar a partir de un solo hecho o característica.
Percibir algo de forma extremista, en blanco y negro.
Magnificar, resaltar o enfocarse en detalles negativos y desconsiderar los positivos.
Idea para comenzar a cuestionarlo: Busca más elementos, evidencias y razones a favor y en contra.
2. El pensamiento distorsionado tiende a:
Responsabilizar a otros de decisiones o sentimientos propios, o sentirse responsable de todo lo que ocurre alrededor.
Creer que la felicidad depende de los demás.
Interpretar los pensamientos ajenos.
Idea para comenzar a cuestionarlo
El comportamiento y las relaciones dependen de muchos factores.
3. El pensamiento distorsionado tiende a:
Pretender tener siempre la razón.
Juzgar a los demás y a sí mismo de acuerdo a normas rígidas sobre cómo se debería actuar.
Idea para comenzar a cuestionarlo
A veces las cosas no son como creemos o deseamos, y aún así pueden estar bien.