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@En Redes: Evitar el doble rasero a la hora de evaluar la situación

@En Redes: Evitar el doble rasero a la hora de evaluar la situación

Por: Eduardo del Llano (tomado de su página oficial en Facebook)

Veamos: no se trata de encontrar consuelo en la desgracia ajena, pues cada víctima es única e irrecuperable, sino de evitar una vez más el doble rasero a la hora de evaluar la situación. Es un hecho que la gran mayoría de los países ya pasó por ahí, incluso varias veces, con hospitales y morgues desbordados, con porcentajes igualmente graves (muy a menudo peores) de positivos y fallecidos.

Si Cuba pudo evitarlo hasta ahora fue por la manera eficaz en que se controló el evento, lo que le permitió, además, ayudar a otras naciones, previo acuerdo con aquéllas. Desde luego, el gobierno ha cometido y comete errores, pero en todas las latitudes se ha improvisado sobre la marcha.

Duelen Matanzas, y Camagüey, y cada ciudad y pueblo asolados por el virus. Todos tenemos amigos o familiares allá, y aun de no tenerlos, se trata de cubanos como nosotros. Ahora bien, la difusión de exageraciones, fake news y denuncias histéricas no ayuda a nadie. No hay «miles de muertos tirados en las calles», ni se trata de «un genocidio, el gobierno nos está matando».

Sí se recibe ayuda humanitaria, donaciones de todas partes, pero el tan cacareado canal o corredor humanitario es otra cosa: es decirle al gobierno «apártense, ustedes no saben lo que hacen, déjennos esto a nosotros», lo que resulta inaceptable y por demás tampoco resolvería el problema, porque un médico norteamericano o francés no es necesariamente mejor que uno cubano, sólo necesitan, este y aquéllos, los recursos para hacer su trabajo. Toda ayuda es bienvenida, pero en coordinación con las autoridades.

Hay que tener muy mala entraña o padecer terraplanismo político para dudar de los esfuerzos del Estado cubano en lo tocante a la lucha contra la pandemia.

Para empezar, puedes odiar al «comunismo», pero sentirte orgulloso de que en tu país de origen se hayan creado varias vacunas efectivas. Porque efectivas son, no de mentirita o agua con azúcar. Eso sí, se requieren jeringuillas, y varias dosis y, como sucede con cualquier otra, todavía después de eso puedes enfermar, aunque casi con seguridad no morir.

En Cuba se interna a todos los pacientes, cosa que, sin ir más lejos, no se hace aquí en España, donde a quien presente síntomas se le orienta quedarse en casa, medicarse y seguir consejos telefónicos, y sólo si la cosa se agrava será ingresado en el hospital.

¿Que no todos los centros cubanos de internamiento son lo escrupulosos que debían ser? Es cierto, pero eso no autoriza a descalificar el todo por la parte. Y cada PCR cuesta decenas de dólares en reactivos y materiales, y cuestan la comida y el transporte y las insuficientes medicinas, en un escenario de escasez, de cero turismo o poco menos, en que hasta respiradores nacionales hubo que diseñar, pues el gobierno de Trump obstaculizó que Cuba los adquiriese de sus proveedores tradicionales.

Y ya que menciono el turismo, lo primero que han hecho los países europeos y americanos apenas la cosa mejora un poco es estimularlo en sus propios territorios, aun cuando sus economías no dependan exclusivamente de él.

Está claro que no se puede esperar al fin del bloqueo para bajar la curva en Matanzas, pero es el bloqueo quien nos ha traído hasta aquí. La situación recuerda cada vez más a ese cuento en que los espectadores del Coliseo abuchean al cristiano enterrado en la arena porque ha mordido al león, y encima lo conminan a pelear limpio.

Hay que ayudar, no invadir.