Razones para un sí

La serie Razones para un sí propone hoy acercarnos al concepto de responsabilidad parental a través de la opinión de Osvaldo Manuel Álvarez Torres, doctor en Ciencias Políticas, máster en Filosofía del Derecho y presidente del Capítulo de Derecho Civil y de Familia de la Unión Nacional de Juristas de Cuba en Matanzas.

—¿Es la patria potestad una institución caduca?

—Es un concepto jurídico antiquísimo, tomado del vetusto Derecho Romano, que se basaba en el temor ante la figura castigadora del padre. Se ha flexibilizado con el paso del tiempo, pero se sigue considerando que los hijos son propiedad de los padres.

“La responsabilidad parental reconoce a los niños y adolescentes como sujetos de derecho. Establece su autonomía en dependencia de la edad, la libertad para desarrollar su personalidad y expresar sus ideas; ser escuchados, sentirse amados, considerados y tenidos en cuenta por sus progenitores.

“No es la verticalidad de ordeno y mando. El

Código de las Familias plantea una crianza respetuosa y no violenta, en donde la autoridad de los padres se establezca por respeto y no por miedo, porque la consideración no se logra a través del temor, sino de los afectos y lealtades mutuas”.

—¿Qué obligaciones y derechos sobre los hijos recoge cada uno de estos conceptos?

—La diferencia no está en que la patria potestad y la responsabilidad parental recojan obligaciones y derechos distintos, sino en la forma en que estos se ejercen. No resulta lo mismo imponer disciplina, orden y respeto con temores, miedos, amenazas y a veces hasta con violencia, que criar y educar a los hijos con mesura, respeto a las figuras paterna y materna, con un acendrado cariño. Por supuesto, manteniendo el regaño oportuno cuando corresponda, sin excesos ni abusos desde ninguna de las dos partes.

—¿Con la responsabilidad parental pierden los padres el control o la autoridad sobre los hijos?

—Los padres no pierden nada, porque el control y la autoridad se manifiestan en la misma medida en que se crie con amor, con confianza y lealtades mutuas, en que se les corrija cuando sea menester con firmeza, pero a su vez con afabilidad, con buenos modales, con ponderación y no con gritos.

“El Código no quita derechos, sino otorga muchos más. Los padres no deciden por los hijos, sino con sus hijos, lo mejor para ellos, siempre de acuerdo a las capacidades intelectivas de los menores, su edad, madurez y desarrollo. Es la posibilidad de desandar caminos conductuales juntos, para lograr familias mejores, más unidas y fuertes”.

—¿Cuál es el significado de autonomía progresiva?

—Este concepto no es nuevo, aunque tampoco muy antiguo. Establece las facultades inherentes a la personalidad de los niños y adolescentes, tales como el derecho a ser escuchados, a respetar su libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, de asociación y de intimidad, en atención a sus aptitudes de entender, de querer.

“Implica igualmente que el ejercicio de los derechos por niñas y niños debe ser progresivo, de acuerdo a la evolución de sus facultades y a su grado de madurez, bajo la orientación y dirección de sus padres o representantes.

“Autonomía progresiva de ninguna manera significa libre albedrío de los hijos respecto a la reconocida autoridad de sus padres, ni sumisión de los progenitores a los caprichos o decisiones infundadas de su prole, quienes siguen debiéndoles respeto, amor y lealtad”.

—¿A qué alude el Código cuando habla de interés superior del menor?

—Estoy de acuerdo con lo expresado por mi querido amigo y excatedrático uruguayo el Dr. Rubén Santos Belandro, en que el interés superior del menor significa que las normas aplicables a niñas, niños y adolescentes se entenderán dirigidas a procurarles, primordialmente, los cuidados y la asistencia que requieren para lograr un crecimiento y un desarrollo plenos, dentro de un ambiente de bienestar familiar y social.

“Atendiendo a este principio, el ejercicio del derecho de los adultos no podrá, en ningún momento ni en ninguna circunstancia, condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes”.

—¿Por qué son necesarios estos cambios?

—La mayoría de los pronunciamientos del Código de las Familias que aspiramos a tener fortalece a las familias como simientes preciosas de nuestra sociedad, respeta la igualdad de los diferentes tipos de familias, que existen ya en nuestra sociedad, las dignifica y realza, y sitúa al amor y la dignidad como derechos humanos y valores esenciales.