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Manuel, o la sencillez de un artista

Manuel, o la sencillez de un artista

Por: José Alejandro Gómez Morales

Cuando hoy, 23 de febrero de 2022, el sol alcanza su cénit, uno de los artistas más polifacéticos de la historia yumurina habla a estudiantes y profesores de la Universidad de Matanzas, sede Camilo Cienfuegos, a la sombra de la galería central de la institución.

A sus 79 años de edad, para Manuel Hernández Valdés, pintor, caricaturista y ceramista nacido en el municipio de Limonar, ¨uno es lo que es para los demás¨, parafraseando al autor de El Principito. Entre esos demás, atentos a la sabiduría y sencillez de quien surca el lienzo de tantas décadas cubanas con las pinceladas que permite la experiencia, hay estudiantes de diversas carreras. Más o menos afines al arte, pero unidos por un artista único.

Considerado uno de los mejores caricaturistas del mundo, el también Premio Nacional de Periodismo y Premio Nacional del Humor, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, así como de la Unión de Periodistas de Cuba, cuenta de las pequeñas cosas. Aquellas que lo engrandecen, como el orgullo sentido ante su primer boceto, la profunda huella de la vida campesina en su obra y el compromiso social mediante el que traza su recuerdo en vecinos, colegas y futuros conocedores de su persona.

¨Cuando me dijeron que iba a recibir el Premio del Barrio, yo pensé que no sería correcto. Nunca había recogido basura ni hecho cosas como ésas…¨ Así de humilde, entre contenidos sollozos, es Manuel. Por más galardones obtenidos, por más prestigio internacional alcanzado, por más colecciones privadas de personalidades como Mario Benedetti en las que su firma esté presente.

Resulta escasa la vanagloria para este ganador del más alto premio concedido globalmente a los artistas gráficos, el Esopo de Oro en Bulgaria. Esporádico pero constante colaborador de publicaciones como Bohemia, Palante, Granma, o el semanario matancero Girón, donde sus habilidades para el humor gráfico han alcanzado la altura de las palmas en sus estampas campestres tan admiradas dentro como fuera de Cuba.

Algunos detienen su paso por el pasillo central, ante la perspectiva de una voz serena e instructiva cuyo eco crece gracias al micrófono. Ante esas arrugas que recorren un rostro tan afable como desconocido para las nuevas generaciones. Y sobre las miradas encandiladas de interés de los presentes se alzan globos en formato de caricatura, dentro de los cuales las palabras de Manuel generan signos de admiración.

¨Estudio¨, es la palabra que dedica a los jóvenes que aplauden su presencia en la indeseada despedida.