La honda de David es una cámara

Por Yenli Lemus/ Somos Jòvenes
En la esquina de Río y Ayuntamiento, en la ciudad de Matanzas, David López Cruz encontró hace más de un año a “El vendedor de alegrías”, entonces comenzaba el impacto de la pandemia de Covid-19 en Cuba y la oferta de aquel florero, a pesar de no ser de primera necesidad, de alguna forma, para el fotógrafo, sí lo era.
Cuando comenzaron a identificarse los primeros casos positivos al coronavirus comencé a desarrollar un ensayo que poco tiempo después adquirió el nombre de Diario de una Isla, la del florero fue una de las primeras fotos que tomé, casi que al comienzo cuando se alertaba que solamente se saliera de casa a lo necesario –comentó David-; ese señor nos trató a mi novia y a mí de una forma sin igual y cuando regresamos de la tienda a la que fuimos, le compramos unas flores, y yo no me explicaba por qué él lo hacía, claro que económicamente lo necesitaba, pero había algo más, ese señor le quitaba por un momento las preocupaciones por la enfermedad a cada persona que pasaba por su lado.
Él no reaccionó ajeno a la cámara, me permitió hacer las fotos mientras continuaba pregonándole a la ciudad, en aquel entonces lo que yo hacía ni tenía nombre, el ensayo aún eran fotos sueltas que tomaba en las calles, cuando publiqué la imagen en las redes sociales titulé el escrito como “El vendedor de alegrías “, explicó.
Aquella bicicleta con cajón lleno de rosas y girasoles pudiera interpretarse como expresión genuina de lo real maravilloso que sostiene la cotidianidad cubana, magia simbólica también presente en la foto tomada de edificio a edificio para captar al niño que empinó su papalote asomado en la ventana de su casa, muy cerca de la bandera cubana extendida desde la vivienda superior, un Primero de Mayo sin marcha en las calles.
Lo cierto es que aquellas escenas de una población que se adaptaba al nasobuco se complicaron poco a poco, llegó para David la experiencia como caso sospechoso, y luego la colaboración voluntaria en la atención a los pacientes en la Universidad de Matanzas, por esas experiencias Diario de una Isla abarca tres puntos de vista, las calles en el día a día con la COVID-19, la perspectiva del paciente, y la mirada del que brinda la asistencia médica; diversidad de posiciones discursivas que enriquecen el ensayo visual.
En el hospital de campaña instaurado en la Universidad de Matanzas, el estudiante de Licenciatura en Educación de Lengua Extranjera Inglés conoció el calor del ropaje que protege a quien ayuda al enfermo lo mismo sirviendo la comida que higienizando los pasillos, y mientras tanto la honda de David fue una cámara, para vencer lo efímero de los actos, para documentar tiempos que deben recordarse a pesar de la tristeza y el miedo, porque es más grande el valor, porque es más fuerte el amor.
Según las estadísticas vinculadas a la COVID-19, muchas páginas todavía podrá sumar López Cruz al diario que lleva con su cámara, pero aunque el ensayo fotográfico mereció ya Mención en la Bienal Alfredo Sarabia in memoriam y resultó además finalista en el Concurso Latinoamericano Los trabajos y los días, el joven artista desea que la pandemia termine ya, tal vez para que las imágenes tengas luces diferentes, tal vez para volver con tranuquilidad a la esquina de Río y Ayuntamiento, y ver si encuentra al vendedor que lleva alegrías en una bicicleta.
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