Un joven atemperado a su tiempo.
Por: Yolaimi Morales/DECOM
Ante los retos impuestos por la pandemia, los jóvenes cubanos se han sumado a la batalla diaria por la vida. Algunos, desde sus propias responsabilidades; otros, frente a nuevas y retadoras tareas. Pero todos, con la misma voluntad de aportar en pos del beneficio común, vivos ejemplos de esa juventud protagonista, comprometida, decidida, valiente, creativa y aportadora.
Erick Ramírez Sosa, profesor y miembro del Departamento de Comunicación Institucional de la Universidad de Matanzas comparte sus experiencias en la lucha contra la Covid-19 en la casa de altos estudios yumurina.
La Covid-19 vino a cambiar el mundo tal cual lo conocíamos. Si bien no es la primera vez que la sociedad se enfrentó a una situación de tal magnitud si fue un hecho demostrado que el avance tecnológico y el conocimiento que se ha adquirido ha ayudado en su manejo pero que no garantizan que fenómenos de esta índole sucedan.
Muchos compañeros, amigos, conocidos e incluso familias enteras han sufrido las consecuencias de una enfermedad tan terrible. La Covid-19 nos ha traído muchas desgracias, pero nos ha enseñado a valorar mucho más a nuestros seres queridos, a disfrutar cada momento con ellos; nos ha mostrado que un cambio radical en el estilo de vida que conocemos ya no está tan lejano ni es una película de ciencia ficción que se proyecta en un televisor, está muchísimo más cerca de lo que alguna vez llegamos a pensar. Nos ha enseñado que las cosas más sencillas y cotidianas que solíamos hacer son mucho más importantes de lo que creíamos. Aprendimos el verdadero valor de un abrazo. Nos ha enseñado que los poderosos no son tan poderosos.
¿Qué sentiste ante el llamado de incorporarte a esta tarea?
Cuando recibí la llamada de solicitud a servir como voluntario en la zona roja al cuidado de pacientes sospechosos a la Covid-19, en un primer momento lógicamente sentí temor, mismo que estuvo en todo momento y gracias a él tomé todas las medidas de protección necesarias. Fui parte del segundo grupo de voluntarios que laboró junto al personal de salud en el edificio E de la Universidad de Matanzas y estuve ahí por un período de 14 días y posteriormente 14 días en aislamiento. En ese tiempo aún no se conocía con exactitud que era la Covid-19 y cuán invasivo podía llegar a ser. Ese era un período de aprendizaje, los medios de protección con que contábamos no eran los mejores ni las condiciones las óptimas, pero se hacía necesario hacerle frente con lo que se tenía a mano. Poco a poco se fueron perfeccionando los protocolos de seguridad, mucho mejor elaborados y organizados. Tiempo después se me solicitó que apoyara en el procesamiento estadístico del Hospital de Campaña que radicaba en la propia casa de altos estudios, función que llevo realizando desde febrero de 2021 hasta la actualidad y seguiré desempeñando mientras sea necesario. Mi familia me ha apoyado en todo momento, a mí y a mi hermana, la cual es Residente de Pediatría y por su lado labora igual en otro centro de aislamiento para pacientes en edad pediátrica y sus padres. Dentro del centro se aislamiento se crean lazos de amistad con esos que junto a ti están en la trinchera que se mantienen para toda la vida.
¿Qué significó para ti formar parte de este gesto tan humano?
El simple hecho de dar el paso al frente ya es un acto de humanidad que no se puede medir. El enfrentamiento a la Covid-19 lo percibo como una de las guerras que le ha tocado a mi generación y mucho más allá de ser un acto de valentía, o no, es simplemente sentirse parte de algo mucho más grande, mucho más necesario, es sentir que desde la posición que nos tocó debemos poner nuestro granito de arena. Una cosa es cierta y me atrevo a decir que después de esta experiencia, por un lado, el mundo a mi alrededor no es el mismo, trato de disfrutar mucho más a mi familia y las cosas simples de la vida y por el otro, yo tampoco soy el mismo.
Así al igual que Erick, en toda nuestra geografía, existen jóvenes que continúan demostrando cada día su valía en un momento histórico diferente a nuestros padres y abuelos, pero con la misma convicción de que a Cuba siempre hay que ponerle todo nuestro corazón.
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