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LOS TEMBAS DE LA FEU

LOS TEMBAS DE LA FEU

Por: Yasnier Hinojosa/ DECOM
Para muchos constituye un agravio, una ofensa, que alguien al conocer su edad, con ironía se mofe y le diga: usted es más viejo que Matusalén; este personaje abuelo de Noé, el del arca, según la Biblia vivió casi un milenio…
También no suele ser de buen gusto ser del tiempo del Ñaña Seré, expresión recogida en el Nuevo catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz Y que refiere el nombre colectivo de siete imperios de Briyumba de la etnia bantú, los cuales dieron origen a la nación conga.
Ser del año de la pepita, tiene también su cosa, pues refiere a la etapa de conquista y colonización de Cuba cuando los españoles hacían trabajar en lavaderos de oro a los habitantes de estas tierras.
Muchos matrimonios pueden destruirse si uno de los miembros de la pareja comentara al otro que su longevidad se corresponde con la época previa a la construcción del Morro. …
Y es que… el vocablo “viejo”, parece significar: estar en desuso, ser inservibles, anacrónico… Para evitarlo, los cubanos inventamos el término TEMBA (quizás resultado de la unión de dos palabras inglesas Ten y back, diez para atrás,) y así disimular nuestra antigüedad.
En mi círculo de amigos conozco a miles de personas que se niegan a dar detalles de su onomástico, se quitan años o evitan realizar conversaciones en que se puedan hacer inferencia de su tiempo cronológico como terrícolas.
Gracias a la existencia de tintes, cirugías plásticas, maquillajes, muchos acomplejados pueden esconder su edad y hasta salir a la calle, hacer a una cola, ir la bodega e incorporarse a la vida social.
Irónicamente, a lo anteriormente planteado hay quienes se sienten muy orgullosos de cumplir sus añitos, y ese es el caso de los estudiantes de la FEU que ayer estaban de Aniversario, entrevistados para “el vidrio” uno dijo: – Acabamos de llegar al centenario y seguimos tan vitales y activos como el primer día… entonces empezó a contar todo lo que habían hecho durante todo estos años… y no hubo más remedio que decir – ¡Qué cien años más bien llevados!