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Giraldo Martín: un hombre de campo y ciencia

Giraldo Martín: un hombre de campo y ciencia

Por: / Periódico Girón

Giraldo se considera un hombre de campo. Su infancia y adolescencia transcurrieron cerca de los animales y la tierra, por eso no dudó en matricular Ingeniería Agrónoma en la Universidad de Matanzas. Cinco años después la ciencia complementó su formación campesina, y se convirtió en el mejor graduado de su facultad y de la casa de altos estudios.

“Mi padre recordaba constantemente la importancia de mostrar mi título, pues evidenciaba que su sacrificio no había sido en vano. Continué en la universidad como profesor y aspiraba a enseñar Fruticultura. Sin embargo, por una necesidad del centro impartí Fitotecnia de los granos, que está relacionada con el arroz, los frijoles, el maíz. Aquella situación me decepcionó un poco, pero comenzó mi primera tarea significativa. Además de formar a la nueva generación de agrónomos, seleccioné los libros de texto básicos de la asignatura que hasta el momento no estaban definidos”.

¿Cómo fue entonces su encuentro con la Estación Experimental Indio Hatuey?

—En la Camilo Cienfuegos existe un periódico: El Universitario, que tiene como objetivo reflejar la vida de los estudiantes y la labor de las diferentes facultades. Yo era uno de sus corresponsales y me pidieron que redactara un material sobre Indio Hatuey.

“Apenas crucé la puerta, Rolando Hernández, el director, me explicó que buscaban una persona para integrar el equipo de investigadores. Me describió la institución como una oportunidad de crecimiento profesional y, como me encontraba agotado por los viajes desde mi natal Colón hasta Matanzas, acepté la propuesta. Estoy allí desde 1985, aunque desde 1992 hasta 1995 permanecí alejado ante el pedido de fungir como secretario del Sindicato de la Ciencia en la provincia.

“Regreso a la Estación y me promueven como subdirector de investigación en el momento en que se revisaban la misión y las líneas de trabajo de la institución. Finalmente, la directora en ese momento decidió cesar sus funciones y me correspondió asumir el cargo”.

¿Qué tipo de directivo fue Giraldo?

—Soy colérico y, como dicen los guajiros, tengo sangre de isleño. En Indio Hatuey no faltaron las discusiones, pero el colectivo es muy profesional, por lo que me obligaban a reflexionar y a escuchar todos los criterios para evitar errores y llevar siempre las investigaciones o los procesos administrativos por el camino correcto.

¿Cuánto le cambió su vida esta institución?

—Entregué el cargo en 2020 no sin antes reconocer cuánto había crecido en lo personal y en lo profesional. Conozco varios países de Europa, América Latina, Estados Unidos y Canadá gracias a mi trabajo. Me han condecorado con premios de la Academia, con el Nacional de Innovación y otros provinciales. Fui diputado a la Asamblea Nacional en la octava legislatura y miembro del Consejo Técnico Asesor del ministro de Educación Superior. Soy académico titular de la Sesión Agraria y de la Pesca de la Academia de Ciencias de Cuba, y miembro del Consejo Técnico del Ministerio de Agricultura. Analizo mi trayectoria y confirmo que trabajar en una institución tan relevante como esta ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.

¿Qué proyectos mantienen vivo a Giraldo en la actualidad?

—Estoy involucrado en un programa que prevé producir papa con bases ecológicas, o sea, sin utilizar plaguicidas, herbicidas o fertilizantes químicos. Además, me mantienen emocionado los avances que tenemos con la agroenergía o producción de energía en el medio rural.

¿Es un hombre afortunado?

—Tengo dos hijos propios y tres por encargo a los que amo profundamente, 18 sobrinos y 30 sobrinos nietos. Soy esa persona a la que todos le consultan sus preocupaciones antes de dar un paso importante. Mi mayor pasión es conversar con los campesinos en una finca y reunirme con mis amigos. No soy cantante, pero me encanta cantar, no soy bailarín, pero me encanta bailar. He logrado todo cuanto me he propuesto. Sí, puedo decir que soy un hombre afortunado.